Platero y él

Platero y él

viernes, 4 de abril de 2014

UN RECUERDO



Cuando íbamos al pueblo de mis abuelos, él tenia un burro que utilizaba en la tarea del campo. Mis hermanos y yo, lo llamábamos PLATERO. Un día nos llevó mi abuelo a la parrilla, que era su huerto. Madrugábamos mucho para ir a pasar el día allí. Estaba lejos, había que pasar un río. Como yo, me cansaba me subieron a PLATERO. Me puse muy contenta.
Cuando pasamos el río, PLATERO se resbaló, y me puse a llorar, pasé miedo. Pero nos pusimos a cantar y se me pasó. Llegamos al huerto. A PLATERO le quitamos las cosas, y se puso a comer.
Jugamos, comimos y lo pasamos muy bien.
Fue un día estupendo que aun tengo en mi recuerdo.

 Juani  Sánchez
Cultura general

PLATERO




Platero y yo decidimos un día de hermosa primavera, ir a dar un paseo por el campo a tomar el sol y tomar el aire de esos árboles de anchas hojas que abren los pulmones.
Ver esos campos verdes, así como el trigo y las mariposas volando por los jardines de flor en flor, nos alegraba el día, y como a Platero le gusta mucho andar subimos a la montaña y desde allí vimos nuestra ciudad y pasamos un día contentos y felices.

PAULINA HERRANZ

Cultura General

P L A T E R O




PLATERO es un animal de cuatro patas, pequeño, peludo, suave; que no tiene o no se le notan los huesos. Come de todo y los del pueblo se asombran de tal y como es.
Esta es la historia de PLATERO con siete muchachos de corta edad, el mayor unos catorce años y el menor de unos cinco años y que da su inicio unos cuarenta años atrás, casi recién llegados del pueblo a una zona muy cercana a la capital.
Se estaba haciendo de noche, pero había una buena luna que nos acompañaría por las tierras que días más adelante PLATERO tendría que arar, sembrar y ver crecer todo lo sembrado. Hay un olor penetrante a humedad y silencio, que debe ser debido al río Bernesga, que pasa a unos quinientos metros.
Hace frío y tenemos miedo, así que PLATERO trota con la intención de salir de allí y que lo vuelva a meter en la cuadra.
“Lo compraron, mis padres, para tirar del carro que se llevaba para repartir la leche por las casas a granel y en todo León, conducido por mi padre, que era quien repartía esa leche, también le utilizaba para arar la tierra y otros que haceres diarios.”
Nos levantábamos a las siete y cuarto de la mañana, a ordeñar, limpiar la cuadra y dar de comer al ganado, incluido PLATERO, que estaba en otra cuadra que se tenía en la planta baja de la casa y en la que había terneros, cerdos y gallinas en jaulas, justo al lado de las vacas.
Más tarde, a las nueve, nos subíamos a desayunar y cambiarnos, para a las nueve y media nos poníamos a preparar a PLATERO y el carro verde con las cantaras de leche, unos doscientos cuarenta litros, seis cantaras de cuarenta litros y todo ello para el pobre PLATERO, de lo que tendría que ir tirando hasta que se agotase la leche, que serían las catorce horas.

Cuando se llegaba a casa se soltaba del carro, a PLATERO y seguidamente se la daba de comer y beber, que era lo mismo que hacíamos nosotros y una vez que acabábamos nos echábamos a siesta una hora, para seguidamente levantarnos e ir con PLATERO a arar las tierras hasta las siete, momento en el cual volvíamos para casa y a PLATERO se le metía en su cuadra y nosotros nos preparábamos para volver a ordeñar las vacas, donde estábamos hasta las nueve, para instantes después cogeríamos a PLATERO y lo sacaríamos de la cuadra e iríamos al camino para jugar a vaqueros.

MIGUEL ÁNGEL  LOZANO PÉREZ

Cultura General

martes, 1 de abril de 2014

Mi Platero torpón…






Trotaba cada  mañana como siempre, Platero, torpón como él solo… en busca de las naranjas que caían del árbol que había detrás del porche de casa de mi abuelo. Con su morrito gris, de bigotes blanquecinos, arremetía contra el tronco haciéndolas caer, mientras yo las recogía del suelo para dárselas le decía:
-¡Platero, como salga el abuelo vas a correr!
 Bajamos al río por el campo de trigo y se azotaba con la cola al rozar las espigas sobre su lomo. Cuando llegábamos siempre bebía el agua fría y lamía las piedras mojadas que sobresalían en la orilla, después se rebozaba en ella como si fuera lo que llevaba esperando todo el día, me miraba fijamente y se sacudía torpemente mojándome parte del pelo y la cara. Echaba a trotar para descansar un rato, apoyaba mi cabeza cerca de el y escuchábamos el sonido del manantial y a los pájaros cantar.





Sheyla. J  Educación Base 1

martes, 11 de marzo de 2014

DE FALLA POR VALENCIA CON PLATERO


Hoy es un día muy especial para mi burrito Platero, pues es muy cohetero y me lo he llevado a ver fallas por Valéncia. Él muy contento se levanta de su cama con ansia , se toma su desayuno,se pone su blusón y pañuelo y mientras yo, preparo las mochilas con agua, bebida,bocadillos,dulces y snaks .

Salimos de casa ,cogemos el autobús y el tren de Sangunto, todos nos miraban extrañados e incluso se ríen, pero a mi me daba igual yo voy muy feliz con mi burrito. Llegamos a Valencia miramos las fallas de alrededor de la plaza de la estación y del ayuntamiento y vemos el gran espectáculo de la mascletà, al finalizar todos aplaudimos y corrimos a saludar al pilotècnic incluso Platero se hizo fotos con él. Al acabar fuimos a comer paella a un bar del contorno.

Por la tarde vimos un rato la ofrenda de la Virgen de los Desanparados, fuimos andando hacia el rió Turia mirando fallas ,en cada falla que mirábamos Platero posaba para hacerse una foto y se paraba en todas las "paraetas" para comprar petardos , gominolas, dulces ... 

Para finalizar vimos el gran espectáculo de fuegos artificiales de Vicente Caballe donde Platero aguantó despierto como un campeón, y cogimos el metro y volvimos a casa cansados pero con una gran experiencia vivida . 

Ponemos fin a esta historia que Platero y yo os hemos contado.   



Sandra García Cebriá

E.B.2

PLATERO

Dos carros no dejaban ver las cuadras y atados a los ejes dos perros, un pastor alemán belga y a la parte izquierda una perra grande de cazar conejos. Era imposible entrar al pesebre sin pasar por el medio de ellos. A nosotros nos conocían, en el suelo había cazos de aluminio, tenían agua y pienso. Al fondo, a la parte izquierda, está un burrito gris y blanco atado al pesebre . No es alto pero se le sobresalían las orejas bien plantadas, como dos cirios.
Al instante,salió al corral mi abuelo, un hombre mas bien bajito, gordo como un tonel de vino, con sus gafas de cristales gruesos que nos miro y dijo:
-Jesús mira que burro te he comprado.
Con esa inocencia que tiene un niño y tratándose de mi abuelo me lo creí.
Al día siguiente, nada más levantarme corrí hacia las cuadras me quede detrás del burro puesto que tenia miedo de que me diera un par de coces. Él sin girar el cuello, con esos ojos tan grandes me miro y giró las orejas, un largo rabo le llegaba casi a los cascos y un olor de alfalfa invadió la cuadra. Me tumbé en la hierba fresca y dos enormes relinchos entraron por mis pequeñas orejas fue cuando mi abuelo apareció detrás de mi con un andar tosco.
-Vamos a enganchar los caballos al carro y saldremos a pasear, me dijo. Al terminar me subí al burro inmediatamente después, de darle agua a los animales le pregunte como se llamaba el burro y me dijo que si llamaba PLATERO.  



Jesús Jordán Alcañiz  


E.B.2

PLATERO COMPAÑERO


Un día te vi por el monte , estabas sólito y eso me llamo la atención, ya que antiguamente, los burros se utilizaban para trazar caminos.
Me acerque a ti, estabas muy asustado y desgarbado, tenias las orejas caídas y cara de amargura, tu pelo grisáceo no brillaba, tosco y áspero.
Yo pensativo, sentado en una piedra a la vera del camino, pensaba: ¿que le habrá pasado a este animalito?. Pues en aquel momento, paso un anciano que iba a su huerta... Le pregunte:

-¿que hace ese animalito ahí?

-su amo falleció, y no tiene hogar y tal como están las cosas, nadie lo quiere adoptar, llévatelo tú si quieres

-Vivo en una casa con corral, ahí no puede estar, pero sabe que le digo, “Que a casa viene”, y en cuanto se recupere un hogar le encontraré.

Estuve unos días acercándome al pobre burrito, hasta que al tercer o cuarto día me tomo confianza, y lo fui a buscar con un camión.

Pasado unos días, ya en casa no sabía que nombre ponerle, al tener mejor alimentación te pusiste mas gordito, tu pelo gris cambio a un gris de varios colores muy luminosos y tus orejas mas rectas, pero, ¿como llamarte? Ya está se llamará Platero.
A pesar de no estar en su hábitat adecuado, eras muy agradecido, ya que todas las mañanas te ponías en pie, con tus patas delanteras sobre mis hombros simulaban un gran abrazo.
Todos los días, te ataba una cuerda y te llevaba al campo a pastar, junto con mi perro Toby, pero con el tiempo, te llevaba al parque, para que Toby jugará con los demás perritos, te dejaba atado a un poste, y los niños no salían de su asombro de ver un burro, y alucinaban, contigo ya que te dejabas acariciar, y tu expresión era de un burro feliz.

Con el tiempo ya no necesitaba llevarte atado, ya que ibas andando a mi rebufo, y en el parque te quedabas junto a mí, no te asustabas de nada, aunque hubiera niños jugando a tu alrededor.

Llegó un 17 de enero, día de San Antón, el patrón de los animales, y tal como manda la tradición te llevé para que fueras bendecido, al ser tan bueno y obediente te llevé sin atar, primero paso Toby y después tú, el personal asistente al evento se quedó asombrado, y entre ese personal por arte de magia o bien por influencia divina (por aquello de San Antón) , el caso es que allí estaba tu nueva familia.

Esta nueva familia vivía en una granja, con muchos animales, allí estarías como un rey, te costó acostumbrarte a tu nuevo hogar, quizás fuera porque me echabas de menos, yo iba a verte de vez en cuando, aun sabiendo que estabas muy bien atendido, la última vez que fui no pude evitar pensar ¡Platero te echaré de menos! 


Ángel Ripoll Martínez 

E.B.2