Platero y él

Platero y él

jueves, 27 de febrero de 2014

Platero y yo. Nostalgia.



Mi querido y fiel amigo Platero, te veo entristecido, angustiado y desazonado. Estoy eufórico e ilusionado de que estés en todos mis malos momentos, pero a veces echo en falta mi tierra, llena de grandes toreros, niñas bonitas y la mezquita reluciendo llena de belleza. Pienso que tú sientes lo mismo que yo y por eso vayamos de inmediato y vivamos un largo viaje hasta llegar a nuestro sueño. Cuanto más largo sea nuestro viaje, más emocionante será la llegada a nuestra tierra amada.

    Miguel Angel Notario Hens Ges II Matí

miércoles, 26 de febrero de 2014

Platero


Él es un burro muy pequeñito,
Su pelo es de color marrón
y todos lo querremos un montón.
Su nombre es Platero.
Es nuestro amigo,
sale a exponer su pelito al sol,
que le brilla mogollón. 
Nos cuida y nos pasea,
y no paramos de jugar;
luego cuando el sueño lo alcanza
preparamos su camita de paja 
y lo dejamos descansar, 
y de esa manera nuestro días 
pasan volando como un halcón
alado de nuestro amiguito 
que queremos un montón.
                                                                                                Ioana Tana Ges II mañanas

martes, 25 de febrero de 2014

PLATERO Y YO EN EL CAMPO


SON LA ESENCIA DE TIEMPO PASADO, SERENOS COMPAÑEROS, HISTORIA NUESTRA DE TIEMPO OLVIDADO, QUE NO SE PIERDA ESA RAZA DE FIELES COMPAÑEROS.


PLATERO Y YO EN EL CAMPO

Después de un largo día de marcha, Platero y yo llegábamos a un arroyo, cuyas aguas se deslizaban alegremente entre las pequeñas barrancas.

Platero me dijo:
-Quiero cruzar!!
Y yo asombrado le dije:
-Platero no es buena idea, pero si tu crees que pasaremos…yo confío en ti.
Además con tus patas fuertes y grandes, lo conseguiremos.

¡Vamos fiel compañero!

Entonces yo me subí encima de Platero y juntos atravesamos el arroyo.
-Muy bien Platero, lo hemos logrado!!.
Hemos llegado a los pastos verdes, aquellos que alegran la vista y el olfato.

Ese olor de mil flores con la esencia de pastos nuevos y verdes.
Después, decidimos descansar juntos, Platero y yo, mi amigo inseparable, los dos sobre la hierba mojada, dejando volar nuestra imaginación, y pensando en este día que perduraría en el tiempo de los dos.



JUAN SIMÓN VAÑÓ

GES 1 TARDE

domingo, 23 de febrero de 2014

Platero, ¿dónde estás?



Platero, ¿dónde estás?

Hace tiempo que no te veo,

desapareciste sin más: ¿por qué, Platero?

Te vi nacer y crecer,

pequeño orejudo.

Siempre fuiste testarudo, nunca hiciste caso,

y no había quien te dominase.

Platero, ¿por qué ahora?

Podías haberte ido hace tiempo

y ahorrarme el desespero.

Te echo de menos, mi gran loco aventurero.

Platero, aunque no estés, siempre serás mi compañero.


          Asunción Galcerá                                  GES II TARDE

Mi vida con Platero



Una noche de reyes me levanté y bajo el árbol del jardín, allí entre la hierba, había un burrito y le puse de nombre Platero.

Platero tenía los ojitos cerrados, como era tan indefenso decidí llevármelo a mi cuadra, tuve que amamantarlo a biberones y rodearlo de mantas y agua caliente para que no pasara frío.

A los 15 días de tenerlo en mi cuadra, empezó a andar y yo me puse muy contento, ese día es un momento que nunca olvidaré pues fueron los primeros pasos de mi fiel amigo Platero.

Pasado el tiempo íbamos juntos a todos los campos, éramos inseparables. Cuando paseábamos por el pueblo los niños se quedaban asombrados al verlo y querían montar en su lomo, entonces decidí que los niños lo montaran, era tanta la felicidad que trasmitía mi Platerito, que yo radiaba de felicidad.

Al cabo del tiempo, en el pueblo, vinieron unos feriantes, los cuales me lo querían comprar, era tanto el amor que yo tenía a mi Platero que por todo el dinero del mundo era imposible de vender.

Tuve que buscar trabajo para poder mantenerlo y al cabo del tiempo falleció de viejecito, nunca olvidaré los buenos momentos que pasamos Platero y yo.

 Oscar Martí Lozano

                                                                                    GII tarde

"Todos tenemos algo que nos ha acompañado desde la niñez...



Todos tenemos algo que nos ha acompañado desde la niñez, algunos han pasado su infancia con su perro Pancho, con su conejito Tambor, con su canario Piolín o con su Tortuga Donatello. Muchos han tenido un amuleto consigo, una virgen de cristal, una cruz de madera o un elefante de marfil.
Yo tengo un burrito, marrón y peludito. Sus ojos marrón oscuro, y sus dientes de un blanco perfecto. Lo encontramos en una casa abandonada en el campo, estaba solitario y muy hambriento. Yo tenía 3 años, apenas lo puedo recordar, pero acabó a mi lado, mi querido Platero, así es como lo llamé.

Platero vive a mi lado, yo vivo junto a él. Mamá me enseñó a bañarlo al aire libre en verano, lo enjabonaba con mis manitas y lo duchaba con la manguera -¡No le des el agua muy fuerte!- gritaba mamá desde la casa, y yo quitaba fuerza girando la palanca del surtidor. Nos poníamos al sol durante largo rato, solía secar rápido, pero si no hacía buen día podríamos pasar horas y horas sin poder jugar porque cuando lo abrazaba seguía mojándome la ropa.

Él me observaba mientras jugaba por el jardín, corría junto a él rodeando la casa y saltábamos juntos a la comba. -Platero es genial!- pensaba siempre para mí mismo.

En el colegio se reían cuando decía que tenía un burrito de mascota, para mí era mucho mejor que un perro o un gato, las mascotas de mis amigos se escapaban a menudo, sin embargo, Platero jamás me abandonó.

En invierno me acurrucaba a su lado, junto a la chimenea, lo abrazaba fuerte, muy fuerte, y nos quedábamos dormidos. Papá cogía una manta y nos tapaba. Da tanto calorcillo que me quedaba frito en segundos.

Un día, mientras jugábamos juntos, saltando unas piedras apiladas, Platero tropezó y se fue de bruces. Se pudo escuchar un golpe y volví atrás a salvarlo, el burrito estaba tumbado de lado, al caer se había golpeado fuerte en la barriga y se había hecho una brecha. No se movía, se le notaba muy enfermo, llamé a mamá y a papá, lo recogieron con delicadeza y lo llevaron a la casa. Mi padre me sentó en la mecedora y me dijo -No te preocupes, mamá va a curar a Platero, tú cuéntame qué ha pasado, esperaremos aquí a que mamá termine y lo dejaremos descansar.- Al cabo de un buen rato mamá salió de la habitación y nos dijo que Platero ya estaba curado, pero que necesitaba estar tranquilito. Estaba feliz de que mi madre lo hubiese sanado, no podría vivir sin mi pequeño burro.

Esa es la historia de los recuerdos de Platero con mi niñez, incluso hoy en día Platero sigue siendo mi amigo inseparable, juega con mi hija, la hace reír sin descanso, la mira con ojos dulces y le gusta que ella lo acaricie. Él está encantado, los dos lo mimamos muchísimo, nunca me he separado de él, y él nunca ha pensado en irse de mi lado, ahora tampoco se irá del lado de mi familia.

Las mascotas de mis amigos fallecieron hace tiempo, sus vidas no son tan largas como la nuestra, sin embargo, Platero jamás fallecerá, no puede irse al cielo, sus ojos no se cerrarán jamás.

Mi mascota no tiene un corazón físico, ni huesos, tan sólo algodón y tela. Platero es un muñeco, un muñeco único, yo lo elegí y él me eligió, es por eso que somos inseparables.

Iván Forner Prado GES2 TARDE

Evocando a mi Platero

Recuerdo cuando era niño y me colaba por debajo de tu panza redonda, jorobándote, enredándome por tus patas, provocando alguna patada de tus pezuñas afiladas, y ellas ni se estremecían; cuando jugaba con el meneo  de  tu fina cola, cuando me colgaba de tu cuello, cuando tocaba tu hocico gris y sobre todo me hacía  mucha gracia cuando masticabas,  porque parecía que dialogabas. Cuando te montaba era porque descansabas, simulaba que galopaba y tú nunca te quejabas. Me agarraba  a tus orejas largas, redondeadas, aterciopeladas y  tú rebuznabas, como queriéndome decir que te molestaba.
Recuerdo con alegría aquel día que  pasamos  por el arroyo, oyendo las pequeñas cascadas  de fondo  y a  los peces desapareciendo cada vez que pisabas  y yo te abrazaba cada vez más fuerte por miedo a caer al agua, y tú como si  nada. Cuando te cepillaba  a la orilla del arroyo y nos invadían los colores del otoño y yo te salpicaba  con el agua y mi alegría y tú sacudías tu cabeza ancha  de un lado a otro y gritando lo que parecía un rugido, enfadándote y confesándome  que el agua no te gustaba nada.
Mi Platero fue mi entretenimiento natural, mi juguete especial y un recuerdo tierno de mi niñez.

                                              
                                        Ramón Manzano Ruiz GES - II - Tarde

sábado, 22 de febrero de 2014

Mi platero

Naciste una noche de verano,
llegaste a este mundo y con tan solo cinco horas de vida nos encontramos y nos enamoramos.
Recién nacida tus primeros pasos diste,
algo torpes, pero pronto a caminar bien aprendiste.
No podía ni un segundo dejar de acariciar
tu pelaje suave como la flor de azahar.
A los pocos días un pie me pisaste
pero eras pequeña y no me lesionaste.
Las mazorcas que planté y que tonto ansiaba saborear
cuando saltaste al bancal todas te comiste y ninguna pude probar.
Ahora con tan solo unos meses
ya eres casi igual de grande que mamá,
así que no me vuelvas a pisar
porque tanto dolor no podré soportar.
Por el bancal te veo correr,
de aquí para allá, sin rumbo y sin temor,
y cómo comes hasta la última flor.
Cuando me ves llegar
junto a mí corres sin cesar,
te gusta mucho que te acaricie
y tu pelaje te cepille.
Y quiero que pronto me dejes en tu bello lomo montar,
para así los dos juntos por el monte poder pasear.


 David Cárcel GES 2 mañana

viernes, 21 de febrero de 2014

PLATERO POR EL PRADO

En un prado inmenso, lleno de amapolas y florecillas silvestres y un sol resplandeciente  vamos paseando mi burrito PLATERO  y  yo. 
No podíamos a ver elegido un día mejor para salir a dar un paseo.
Se aleja entusiasmado, buscando alguien con quien poder divertirse y pasarlo bien.
De repente, veo que se para con una mariposa, invitándola a jugar.
Ella como si lo comprendiera  se posa en su naricilla provocándole.!! Se le ve tan feliz a mi nubecilla de algodón!! Así es como lo llamo yo, cariñosamente.
Lo observo como disfruta,  trota corre se revuelca y la verdad, que viéndolo siento una inmensa satisfacción . Va haciéndose la hora de volver a casa.
Lo llamo y como siempre que tenemos que marchar, se hace el remolón, así que me acerco hacia él  y trato de convencerlo.
Con voz suave y cariñosa y acariciando su cabecita le digo: -venga nubecilla, pórtate bien, que mañana vendremos otra vez, cuando lleguemos a casa te voy a dar  una galleta de heno de las que te gustan tanto. Él se queda mirándome con esos ojitos grandes, brillantes negros como el carbón, y con su mirada dulce donde se ve su nobleza, me hace saber, que lo he convencido.



                                        Mari Carmen Lizandra. Gll  tarde


                                
                                                                        ..........................................................
                                                                

Recordando a Platero



Trotando en mi memoria
nos encuentro paseando
los domingos por el pueblo.
Lejos de la escuela,
nos veo en el prado,
donde transcurría dulce
aquella lejana infancia.
Juntos compartimos,
sueños, rebuznos, calma,
tardes de siestas y naranjas.
Ahora compartimos
muchas nostalgias.

                                                      NELLY  MIRANDA.
                                                      GES 2. NOCHE

MI PLATERO

Tengo un burro llamado Platero que lo utilizo para llevar mercancías de un nuevo a otro.

Como dueña suyo lo cuido mucho y le pongo en la cabeza, espejos y unas bolas hechas de lana de colores para que vaya elegante y llame la atención. También le doy buena comida; le hecho cebada y le saco al prado para que coma hierba y trote. Platero está encantado.

Quiero mucho a mi Platero.


                                                      Severa Muñoz


                                                      Cultura General 

PLATERO Y YO

Es un burrito pequeño, peludo de color blanco como el algodón en rama me lo llevoal campo por las mañanas. A él le gusta ir al trote, mordisquando las flores con el rocío mañanero, y así nos pasamos los horas al sol recíen salido.Yo le hablo como si fuera mi hermano pequeño, lo llamo y acude a mí como si me entendiera y es que ya me ve en la mano que le estoy enseñandouna naranja, que le gustan tanto.
Platero,para mi es un amigo fiel cariñoso y lo pasamos estupendamente en el campo, lejos de los chiquillos que no hacen nada más que apedrarlo y reirse de él.
Cuando nos íbamos para casa pasamos por debajo de una huiguera y él se paró en seco mirando para las brevas, y mirándome fijamente a los ojos me quería decir con su gesto que le alcanzara unas cuantas para comerselas lo que yo entendí al instante y así lo hice. Cuando se las comió se puso tan contento que empezó a corretear a mi alrededor como dándome las gracias por el detalle.
Antes de llegar a casa, por el caminounos chiquillos ya volerotes intentaron molestarlo tirándole piedras, y me tuve que poner serio con ellos para que me lo dejaran tranquilo al animal que ya venía cansado, del campo.
Al llegar a casa lo lavé y lo cepillé, le dí de comer y comiendo se quedó dormido como un bebé y yo le miraba y se me caía la baba, y bailaba de alegría y gozo de ver a mi Platero tan plácido y tranquilo y así terminó la mañana de ese día que era sábado.
El Domingo nos fuímos al campo de un familiar y nada más llegar se puso a corretear y a revolcarse y, como tiene sembradas zanahorias y naranjas ,se puso a comer hasta que se hartó y nosotros, mientras tanto, nos estábamos comiendo una paella y Platero descansando, y ya dimos por terminado el domingo. Andando nos fuímos para casa y después de lavarlo y cepillarlo bién, lo dejé traquilo en la cuadra tumbado a punto de quedarse dormido.

                                                                      José Pérez López

                                                                        Cultura General

UN RECUERDO




Cuando íbamos al pueblo de mis abuelos, él tenía un burro que utilizaba en las tareas del campo.
Mis hermanos y yo, lo llamábamos PLATERO. Un día nos llevo mi abuelo a la Parrilla, que era su huerto. Madrugamos mucho para ir a pasar el día allí, estaba lejos, había que pasar el río. Como yo me cansaba, me subieron a PLATERO y me puse muy contenta.
Cuando pasamos el río, PLATERO se resbaló y me puse a llorar, pase miedo, pero nos pusimos a cantar y se me pasó, llegamos al huerto.
A PLATERO le quitamos las cosas y se puso a comer, y nosotros jugamos, comimos y lo pasamos muy bien.
Fue un día estupendo que aún tengo en mi recuerdo.




                                                                                 Juani Sánchez
                                                               
                                                                                Cultura General


PLATERO

PLATERO

Me remonto a los años ochenta. Mis mis hijos eran pequeños y todos los veranos en el mes de agosto nos íbamos a un pueblecito muy pequeño de la provincia de Extremadura a casa de un tío mio. Él tenia un burro marrón muy bonito que a mis hijos les gustaba mucho jugar con él. Platero, que así lo llamaban, parecía que sabía cuando llegábamos. Unos días antes se ponía nervioso. Ellos no le dejaban en paz, cuando no era uno era el otro el que estaba subido encima de él, para dar vueltas por el pueblo. Lo llevaban a los pilares a beber agua a mi me daba mucha pena cuando le tapaban los ojos para sacar agua del pozo con la noria para regar el huerto. En aquella época había burros casi en todas las casas.



                                                                       Josefina Majanda


                                                                       Cultura General


PLATERO Y YO

Platero es pequeño, pero suave como la seda ¡es tan cariñoso!. Cuando lo llamo viene contento con un bonito y gracioso trotecillo. Lo saco todos los días para que juegue en el campo y esté a sus anchas. Cuando calcula que es la hora de regresar, él solo viene. Lo cepillo para que quede limpio y pueda descansar en una bonita cama de paja.
Platero es un bonito animal. Corre con gracia para que le de su comida preferida, zanahorias y alfalfa.
Es cariñoso como un niño pequeño y le gusta mucho que lo acaricien.

¡Adiós Platero!





                                                                             Dolores del Río

                                                                           Cultura General

martes, 18 de febrero de 2014

Platero y los niños

Platero lleva entre nosotros los mismos años que llevo en este pueblo viviendo, un pequeño pueblo de Madrid. Es la cosa más bonita que me despierta al amanecer todas las mañanas con sus rebuznos para que vaya a saludarle. Me levanto y le llevo unas zanahorias para que se ponga contento, cuando se las come lo aseo, le pongos sus cosas y paso a recoger a mi primo, que vive a tres manzanas de mi casa. Nos vamos casi todas las mañana con mi primito pequeño que le encantar montar en él, se pone a jugar con él y así pasan el rato la mayoría de días. Cuando se hace el mediodía vuelve a casa, muy querido por la gente del pueblo, sobre todo por los niños, y siempre están diciendo que quieren ir a verlo, así que cuando salen los niños de la escuela hacen a sus padres que le lleven a la casa para jugar un rato con él, algún que otro chiquillo le lleva algún juguete para que se ponga contento y se pasan todo el rato tocándolo. Platero se pone muy feliz: siempre está acompañado durante todo el día, es decir que por la noche acaba agotado y no tarda en irse a dormir y así hasta el próximo día.

Ángela Martínez II GES TARDE

PLATERO EN EL FÚTBOL

Cuando llegamos al campo de fútbol Platero se quedó esperando en el césped mientras yo y mis compañeros de clase nos cambiábamos de ropa.
Pronto se dio cuenta de que ese césped era raro, diferente, se llevó un poco a la boca y lo tiró al ver que no se podía comer.
A pesar de ser un burro es muy listo, se interesa por todo lo que ve y al ver la pelota se acercó a ella, la olió y le pegó una patada.
Empezamos a jugar y él se quedó a mi lado en la portería. Aunque sea pequeño es duro como el acero y pensé que no tendría miedo, pero al primero que recibió empezó a rebuznar y a corretear asustado hacia todos lados, intenté calmarlo y como no lo conseguí decidí llevarmelo a casa andando, al poco tiempo se le pasó el enfado y me dejó montarme en él.

             Esteban Argilla, Ges II nit

Platero y yo







SHEILA LIEBANA PORRERO

16/02/2014





El amor hacia un amigo es más grande que todo el universo junto


                                     
                          
  Platero y yo

 Todo esto me  sucedió siendo yo pequeña.

Desde que recuerdo siempre me paso todos los veranos en el pueblo (Ferreal del Bernesga) junto a mis bisabuelos, Kiko y Margarita.

Una de las hermanas de mi bisabuela, a la que yo llamaba tía Tilbina, tenía vacas, ovejas, gallinas, conejos y un burro llamado Platero.

La verdad es que ni mis bisabuelos ni mis tíos me dejaban acercarme a él, ya que mi tío Tomás llevaba años intentando montarlo sin poder conseguirlo, y además, pegaba muchas coces a todo aquel  que se le acercaba.

Un día que todos estaban de celebración en la casa, y no estaban tan pendientes de mí, decidí salir a la cuadra, e ir a ver a los animales, me encantaba hacerlo, pero los mayores me lo tenían prohibido a no ser que fuera en compañía de alguno de ellos.

Me puse primero a ver a los conejos, en sus conejeras, son muy divertidos por que los más pequeños no paran de pegar saltitos, y acercarse a la reja como si te estuviera pidiendo que les des zanahorias o les abras la puerta para salir a jugar contigo.   

Mis tíos a las vacas les dejaban las luces encendidas durante todo el día, y además les ponían música, según me explicaron,  eso es para que las vacas den más y mejor leche. Ya que las tienen todo el día conectadas a unas ordeñadoras automáticas. Pero los domingos y sin que mi tía se enterara, mi tío me dejaba ordeñarlas a mano, eso sí que me gustaba.

 De repente noté un pequeño golpe en la espalda, y al girarme me di cuenta que quien me había empujado era Platero, el burro de mis tíos, primero me asusté, ya que lo había visto muchas veces pegando coces y rebuznando como un loco a mi tío, pero esta vez estaba tranquilo, y su mirada era me parecía triste.

Empecé a estirar la mano pero despacio, primero por miedo a que me mordiera y segundo por si lo asustaba. Pero no fue  así, bajo la cabeza y dando un paso se acerco a mí, era la primera vez que había podido acariciarlo, era una sensación muy agradable, tanto que la emoción y los nervios me hicieron llorar.

Poco a poco comencé a acariciarle el lomo, y a abrazarlo con las dos manos. Después de un rato, de pensarlo decidí que quizás se dejara montar.

Mientras Platero me miraba, yo comencé a colocar cajas una encima de otra, en forma de escalera, para así poderme subir en su lomo, mientras hacía todo esto no paraba de hablarle a Platero.

¡Platero, creo que ya es hora que te dejes montar, porque no sé si te has dado cuenta de que eres un  burro, y todos los burros como tú, dejan a sus amos subirse a ellos, y otras veces, Platero lo que hacen es llevan cosas, como sacos de trigo, o incluso las lecheras llenas de leche!

¡Mira, Platero, estas cajas que he colocado aquí son para poder subirme a tu lomo, pero te tienes que estar muy quieto, porque si no me puedo caer, ¿verdad que me has entendido, Platero?

Comencé a subir primero a las cajas y cuando estuve en la más alta, primero me cogí con las dos manos al cuello de Platero, y después poco a poco pase una pierna por encima de su lomo, por fin lo había conseguido estaba montando a Platero, el burro de mi tío, estaba muy contenta, ya que nadie antes lo había conseguido.

Después de un rato estar subida a él, decidí bajarme, pero primero me abrace muy fuerte y le di un beso en su cuello. Cuando ya estuve en el suelo le dije a Platero en el oído, ¡este será nuestro secreto, vale!, y así ha sido hasta ahora.