Siempre
he querido una mascota, poder acariciarla, cuidarla, darle mimitos.
De pequeña no me dejaron tener porque la casa era muy estrecha. Y
hoy que me he independizado me prometí que iría en busca de mi fiel
compañero.
De
camino a través de la ventana de mi coche vi a lo lejos una silueta
que se movía muy agitado entre los matorrales y escuché un fortísimo
rebuzno que me impidió seguir adelante.
Y
allí lo vi con su patita doblada atrapado entre las rocas,con una
mirada asustada sin parar de gemir impidiéndome que me acercase.
Con
un tono calmado y suave logré tranquilizarlo pudiéndome acercar poco
a poco quedándome impactada cuando vi su lamentable estado. Estaba
tan delgado que se le marcaban las costillas, su pelo grisáceo a
trasquilones con muchas heridas por el cuerpo, lleno de moscas...
Pude quitarle las rocas de su pata y quiso salir corriendo y sin
conseguirlo cayo al suelo, arrodillada ante él empecé a acariciarlo:
su mirada triste y asustada empezó a cambiar.
Lo
monté en el coche sin saber muy bien lo que debía de hacer, me lo
llevé a casa, curé su herida, le di de comer y lo bañé, el brillo de
sus ojos lucían como la plata recién pulida quedándonos fijamente
hipnotizados, por un momento ya tenía su nombre en la
mente..PLATERO...pero era una locura aunque ya no tuviese que dar
explicaciones a nadie no era bueno para Platero que viviese
conmigo, no había imaginado nunca tener a un burro en mi casa, pero
sentí que no podía deshacerme de él.
Sabía
que por lo menos íbamos a tener un gran día, quería enseñarle
algo que seguro que jamás había visto, fuimos al castillo, salto,
corrió y comió todo lo que quiso. Estaba impactado de ver tantas
fallas aunque el ruido de la mascletá no le gustó mucho, fuimos a
comer churros con chocolate para entrar en calor y aprovechamos para
ver los fuegos artificiales.
No
paré ni un momento de acariciarlo y besarle y a él le encantaba, se
le veía muy feliz solo habían pasado unas horas desde que lo
encontré y ya no era el mismo.
Llegaba
la noche y mi alegría se iba apagando porque sabía que tenía que
buscar un lugar en el que viviera Platero, debía asegurarme que
estuviera en las mejores condiciones posibles y recordé que los
padres de mi amiga tenían una cuadra donde sabía que iba a estar
mejor que en mi casa, no queríamos separarnos ni un segundo pero
ambos sabíamos que no era el lugar más apropiado. Desde entonces no
he dejado un día en estar con él, lo visito todas las mañanas
aunque no viva conmigo siempre será Mi Platero mi gran amigo y fiel
compañero.
LUCIA
JIMENEZ RAMIREZ GES II NIT
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