Platero y él

Platero y él

sábado, 25 de enero de 2014

Nostalgia



Platero, voy a recordar contigo aquellos  veranos  que pasamos juntos. El pueblo pequeño, el invierno duro, pero llegaba la primavera y con ella el trigo, las amapolas, el espliego y tomillo, y entremedio las abejas para endulzar el camino. ¿Tú recuerdas, Platero, cuando subíamos a la ermita y veíamos todo esto? Hoy la suave brisa con su dulce bamboleo mueve los trigales  como si fuera una cuna, un canto, una nana, un sueño. Platero, vamos caminito a la era, por el camino hay amapolas y sueños de esos segadores que siegan y cantan recuerdos, a ti te ponían la collera y a mí una silla pequeña encima de la trilladora y los dos vueltas y más vueltas a la  era,  yo cantaba y tu hocico relinchaba de alegría. Las jornadas  para ti  y para mí eran cortas, enseguida nos íbamos a jugar  a la plaza con los niños, ellos te tocaban y decían que  eras suave  como las nubes del cielo. ¿Oyes el murmullo de las mujeres? Es que estamos llegando  al lavadero, un poquito más abajo está nuestro rincón,    aquí bebemos, yo en la fuente, tú en el abrevadero, yo cojo   cucharitas con las manos, tú espantas las ranas con el rabo, tus dos luceros brillan como plata fina, qué risas, qué alegría, qué descanso.
Platero, ya hemos terminado nuestros veranos en el pueblo. Yo, mayor; tú, ya viejo, vámonos donde el mar se junta con el cielo, donde dormir es un sueño. 

        Amparo Gómez Calvo

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