Platero y él

Platero y él

lunes, 20 de enero de 2014

Platero y yo, y la nieve


Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos…
Así te veo siempre, Platero. Como la nieve que veo caer ahora a través de la ventana.
- Mira, está nevando, Platero!! Nunca lo habías visto. Los suaves copos caen lentamente, se posan sobre los rosales desnudos, sobre la tímida hierba.
-Si quieres, salimos a caminar bajo la nieve. Te pongo tus arreos: el bocado y el ronzal y nos vamos. Tus ojos negros me miran sorprendidos. También para mi es nueva esta sensación de caminar sobre la crujiente superficie helada.
-Estás muy gracioso, Platero, con tus orejas agachadas, algo asustado. Los copos de nieve se están posando sobre tu lomo y no sabes si te gusta o no. Estás acostumbrado a caminar sobre la mullida hierba, a oler las florecillas y por eso no lo entiendes.
-Tranquilo, pequeño, volverás a ver los campos floridos, el sol brillar a lo alto y el mar surcado de veleros.
"¿Volvemos a casa?", pareces preguntarme con los ojos muy abiertos y las orejas atentas.  Ahora podrás mirar por la ventana y dejar que los niños te acaricien, se suban en tu lomo te tapen tus ojos de azabache y jueguen contigo al escondite. Mañana se habrá derretido. Será un tierno recuerdo de una mañana invernal.

                   Mercedes Martínez

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