Platero es
pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que
no lleva huesos…
Así te veo
siempre, Platero. Como la nieve que veo caer ahora a través de la ventana.
- Mira, está
nevando, Platero!! Nunca lo habías visto. Los suaves copos caen lentamente, se
posan sobre los rosales desnudos, sobre la tímida hierba.
-Si quieres,
salimos a caminar bajo la nieve. Te pongo tus arreos: el bocado y el ronzal y
nos vamos. Tus ojos negros me miran sorprendidos. También para mi es nueva esta
sensación de caminar sobre la crujiente superficie helada.
-Estás muy
gracioso, Platero, con tus orejas agachadas, algo asustado. Los copos de nieve
se están posando sobre tu lomo y no sabes si te gusta o no. Estás acostumbrado
a caminar sobre la mullida hierba, a oler las florecillas y por eso no lo
entiendes.
-Tranquilo,
pequeño, volverás a ver los campos floridos, el sol brillar a lo alto y el mar
surcado de veleros.
"¿Volvemos a
casa?", pareces preguntarme con los ojos muy
abiertos y las orejas atentas. Ahora
podrás mirar por la ventana y dejar que los niños te acaricien, se suban en tu
lomo te tapen tus ojos de azabache y jueguen contigo al escondite. Mañana se
habrá derretido. Será un tierno recuerdo de una mañana invernal.
Mercedes Martínez
No hay comentarios:
Publicar un comentario