Ya sé, ya sé que
estás triste porque has notado en mí el pesar que todo el día me acompaña.
¡Ay si tú
hablaras¡ ¿Qué me dirías? Me preguntarías, ¿qué te pasa?, y qué podías hacer
por mí.
No importa que no hables. En tu mirada y en
el movimiento de cabeza encuentro tus preguntas.
En la vida,
amigo Platero, te suceden cosas buenas y malas. Cuando te acuerdas de las
buenas estás alegre, y cuando te acuerdas de las malas te da tristeza. Hoy es
el día que tú has adivinado, que me invade la tristeza.
Ya sé, ya sé,
con tus movimientos de ir y venir al mismo sitio, a mi lado, estás insistiendo
en que cambie de actitud, y que estás como siempre dispuesto a ayudarme.
Venga, vamos
a intentarlo.
Pues bien,
oye, hoy se cumple el aniversario de la salida de Colón de este puerto hacia
nuevas tierras y para celebrarlo tú y yo nos vamos a ir a la playa a contemplar
el mar. El mar, amigo Platero, si lo miras con el corazón convierte la tristeza
en alegría.
Vamos,
vamos, que por la hora que es, vas a ver cómo el sol se pone por el Poniente y
al incidir sus rayos sobre el agua del mar le dan un colorido rojo que hace que
la tierra se junte con el sol y parece que tengas el universo en tus manos.
Vamos, vamos y verás también que los rayos del sol son perpendiculares a la
superficie del agua y que esta línea perpendicular fue la que siguió Colon
hasta llegar al nuevo mundo.
¿Qué te parece? Ya veo que te has
quedado contemplando el mar sin pestañear, hasta que el sol se ha ocultado y
las aves que en un principio se veían cruzar por el cielo enrojecido han
llegado a las marismas de Doñana, donde trasnochan, junto a la ermita de la
Virgen del Rocío a la que todos los días saludan, repicando con sus alas una
salve Rociera.
De todas formas, amigo Platero,
si te gusta, otro día vendremos por la mañana, al amanecer, y verás cómo los
rayos del sol cortan las montañas de Levante del Peñón, dando al mar un
colorido marrón semejante al color de estas tierras que da vida a los pueblos y
campos de esta preciosa Huelva.
Ya sé, ya sé por el movimiento de
tu rabo que notas la alegría en mi semblante.
José
Pérez Zamora
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