Platero,
hoy vamos a viajar a tiempos pasados, donde junto con otros niños,
disfrutábamos del campo. He pensado traerte para que tú también
puedas saborear tu niñez y juventud comiendo y descansando en esos
prados verdes, frescos, románticos por donde has paseado.
Después
de llevarte a que San Antonio, que es tu patrón, te bendijera con
agua bendita, por cierto que a ti te sabía muy mal, pero te callabas
porque te daban unas algarrobas que devorabas en un plís-plás, nos
reuníamos con otros niños/as que nos enseñaban sus animalitos y
quedábamos para el jueves siguiente, que no teníamos cole.
Nuestras
abuelas ese jueves de buena mañana, nos compraban la “pataqueta”,
pan especial en forma de luna que todos los hornos de nuestra ciudad
lo fabricaban. Nos lo completaban con un huevo y un plátano, que
nuestra madre preparaba con habitas tiernas recién hechas; todo esto
formaba la merienda de los jueves de merendar. Cogíamos la cuerda
de saltar, zapatillas y muchas ganas de jugar y nos desplazábamos a
pie, al campo, correteando y cantando para jugar con nuestro
amigos/as. La tarde estaba llena de felicidad, nuestras madres
jugaban con nosotros y al caer el sol, exhaustos regresábamos a casa
esperando que llegara el jueves siguiente.
¿Sabes,
Platero, que cada año varían el número de jueves de merendar según
la luna? ¡Fíjate si es importante! Esa es la luna mágica que tú,
Platero, por la noche, en la sombra del pajar, la observas con esos
ojos melancólicos, que a veces te veo y pienso ¿qué pasará por tu
dulce cabecita?
Platero,
volvemos al tiempo actual, y ¿sabes qué?, ¡nosotros recordando tiempos
pasados y hoy siguen celebrándose esos mágicos jueves de merendar!
además sólo se celebran aquí en nuestra ciudad, aunque hoy en día
las salidas al campo han sido restringidas.
Teresa
Peña, 22-01-2014
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