Platero y él

Platero y él

miércoles, 5 de febrero de 2014

El amigo de Platero



Platero tiene un amigo. Todas las mañanas cuando lo saco a pasear alrededor de la playa de Almardá, del jardín de un vecino se escapa un perro de mediana estatura, de raza indefinida, que nos acompaña en nuestro paseo. Se han hecho muy amigos Platero y Chiqui, que es así como se llama el perro. Cuando se encuentran cada mañana se saludan cariñosamente: Chiqui con un ladrido y Platero con un rebuzno; pero para expresar mejor su amistad, se frotan sus cabezas, en un acto de cariño, diría yo. Durante todo el recorrido, el perro no permite que otro animal, incluidas las personas, se acerquen al burro. Aunque es pequeño se pone furioso si alguien intenta aproximarse o tocar a Platero.
                 El otro día, durante el paseo, pensando que le gustaría saberlo, le conté a Platero una pequeña historia que le ocurrió a Chiqui, hace unos meses:
                 El perro hace de guardián por la noche en casa de mis vecinos, cosa usual por esta zona tan solitaria en invierno. Pues bien, una noche que sus dueños no estaban en casa, llegaron dos ladrones con intención de robarle. Le tiraron una comida muy apetitosa, preparada químicamente, que Chiqui no pudo rehusar y al poco, se durmió placidamente. Pero mientras se dormía olió a los ladrones, que habían saltado la cerca y comenzaban con su trabajo. Cuando despertó a la mañana siguiente, se encontró con sus dueños y la policía. Se enteró de que habían sido robados… Y se sintió responsable del robo, por no haberlo impedido, que era su obligación.
                 Unos pocos meses después, Chiqui iba paseando solo, cosa que hacía muchas veces, por una carretera próxima, cuando olió el olor de un ladrón que les robó, que iba montado en una bicicleta. Reaccionó rápido… le mordió con rabia en las piernas del ciclista ladrón, que fue a caer dentro de un huerto lleno de arbustos y pinchos. Mientras el ladrón se quejaba amargamente, Chiqui le ladraba con rabia, como diciéndole  por que lo había hecho… El perro volvió a su casa moviendo el rabo alegremente: Su honor de perro guardián, había sido restablecido, después de sufrir varios meses la humillación de haber sido el causante del robo en la casa que él protegía.
                 Cuando terminé de contarle esta historia verídica a Platero, éste se aproximó a Chiqui, frotó su cara contra la del perro, y rebuznó con alegría, participando de la proeza del perro guardián…
                         Miguel Albert        31 de enero de 2014


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