Platero tiene un amigo. Todas las
mañanas cuando lo saco a pasear alrededor de la playa de Almardá, del jardín de
un vecino se escapa un perro de mediana estatura, de raza indefinida, que nos
acompaña en nuestro paseo. Se han hecho muy amigos Platero y Chiqui, que es así
como se llama el perro. Cuando se encuentran cada mañana se saludan
cariñosamente: Chiqui con un ladrido y Platero con un rebuzno; pero para
expresar mejor su amistad, se frotan sus cabezas, en un acto de cariño, diría
yo. Durante todo el recorrido, el perro no permite que otro animal, incluidas
las personas, se acerquen al burro. Aunque es pequeño se pone furioso si
alguien intenta aproximarse o tocar a Platero.
El
otro día, durante el paseo, pensando que le gustaría saberlo, le conté a
Platero una pequeña historia que le ocurrió a Chiqui, hace unos meses:
El
perro hace de guardián por la noche en casa de mis vecinos, cosa usual por esta
zona tan solitaria en invierno. Pues bien, una noche que sus dueños no estaban
en casa, llegaron dos ladrones con intención de robarle. Le tiraron una comida
muy apetitosa, preparada químicamente, que Chiqui no pudo rehusar y al poco, se
durmió placidamente. Pero mientras se dormía olió a los ladrones, que habían
saltado la cerca y comenzaban con su trabajo. Cuando despertó a la mañana
siguiente, se encontró con sus dueños y la policía. Se enteró de que habían
sido robados… Y se sintió responsable del robo, por no haberlo impedido, que
era su obligación.
Unos
pocos meses después, Chiqui iba paseando solo, cosa que hacía muchas veces, por
una carretera próxima, cuando olió el olor de un ladrón que les robó, que iba
montado en una bicicleta. Reaccionó rápido… le mordió con rabia en las piernas
del ciclista ladrón, que fue a caer dentro de un huerto lleno de arbustos y
pinchos. Mientras el ladrón se quejaba amargamente, Chiqui le ladraba con
rabia, como diciéndole por que lo había
hecho… El perro volvió a su casa moviendo el rabo alegremente: Su honor de
perro guardián, había sido restablecido, después de sufrir varios meses la
humillación de haber sido el causante del robo en la casa que él protegía.
Cuando
terminé de contarle esta historia verídica a Platero, éste se aproximó a
Chiqui, frotó su cara contra la del perro, y rebuznó con alegría, participando
de la proeza del perro guardián…
Miguel
Albert 31 de enero de 2014
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