Platero, mi
burrillo, desde que llegaste a mi vida llenaste tantas horas de soledad, mi
querido compañero: cuánto me ayudas trasportando
en tu lomo la carga más pesada.
Cerca de los
prados, en nuestro sitio, donde siempre te paras porque te gusta pastear, donde
almuerzo y te cuento mis penas, donde tú,
mi fiel amigo, siempre estás a mi lado, allí en esos prados me gusta soñar que pronto te
daré una gran alegría y que volveremos a pasear por la playa,
volveremos a aspirar la salada brisa
y a trotar por la orilla. Después, de
vuelta a casa, pararemos en aquella fuente donde bebíamos de su fresca
y cristalina agua y volveremos a recordar aquellos años en los que aún
eras un joven pollino y yo un hombre con
muchas ilusiones. ¡Ay, mi querido Platero, cómo hemos cambiado!
PAQUI FERNÁNDEZ ANDÚJAR.
GES II TARDE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario