Recuerdo cuando era niño y me colaba por debajo de tu panza redonda,
jorobándote, enredándome por tus
patas, provocando alguna patada de tus pezuñas afiladas, y ellas ni se estremecían; cuando jugaba con el
meneo de tu fina cola, cuando me colgaba de tu cuello, cuando tocaba tu hocico gris y sobre todo me hacía mucha gracia cuando masticabas, porque parecía que dialogabas. Cuando te
montaba era porque descansabas, simulaba que galopaba y tú nunca te quejabas. Me
agarraba a tus orejas largas, redondeadas,
aterciopeladas y tú rebuznabas, como
queriéndome decir que te molestaba.
Recuerdo con alegría aquel día que pasamos por el arroyo, oyendo las pequeñas cascadas de fondo
y a los peces desapareciendo cada vez que pisabas y yo te abrazaba cada vez más fuerte por miedo
a caer al agua, y tú como si nada.
Cuando te cepillaba a la orilla del arroyo y nos invadían los colores del otoño y yo te salpicaba con el agua y mi alegría y tú sacudías tu cabeza ancha de un lado a otro y gritando lo que
parecía un rugido, enfadándote y
confesándome que el agua no te gustaba nada.
Mi Platero fue mi entretenimiento natural, mi juguete especial
y un recuerdo tierno de mi niñez.
Recuerdo con alegría aquel día que pasamos por el arroyo, oyendo las pequeñas cascadas de fondo y a los peces desapareciendo cada vez que pisabas y yo te abrazaba cada vez más fuerte por miedo a caer al agua, y tú como si nada. Cuando te cepillaba a la orilla del arroyo y nos invadían los colores del otoño y yo te salpicaba con el agua y mi alegría y tú sacudías tu cabeza ancha de un lado a otro y gritando lo que parecía un rugido, enfadándote y confesándome que el agua no te gustaba nada.
Mi Platero fue mi entretenimiento natural, mi juguete especial y un recuerdo tierno de mi niñez.
Ramón Manzano Ruiz GES - II - Tarde
No hay comentarios:
Publicar un comentario